El 4 de junio de 1980 se dio cita uno de los acontecimientos más raros en la historia de la Copa del Rey. Nunca antes un equipo se había enfrentado cara a cara contra su filial en una final de Copa. Jugaron el Real Madrid y su filial, el Castilla. Este Castilla hizo una gran campaña en Copa y consiguió llegar a la final eliminando sucesivamente a Extremadura, Alcorcón, Racing, Hércules, Athletic, Real Sociedad y Sporting de Gijón. El Madrid ganó a los pequeños por 6-1 en el Santiago Bernabeu. Curiosamente, de aquel filial sólo Gallego jugó varios años en el Madrid. Pineda y Agustín subieron al primer equipo, pero no terminaron de cuajar. Esta final le concedió el derecho al Castilla de jugar la Recopa de Europa el año siguiente pero esta vez no consiguieron llegar tan lejos, pues el West Ham les eliminó en la prórroga del partido de vuelta de la primera ronda.
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